miércoles, abril 04, 2012

DayDreaming

DayDreaming... alas. Y nuevos ojos. Volar. Y ver las cosas distinto. Siempre presente y recurrente daydream. Durante mucho tiempo, verdaderamente no del todo consciente de su carga de significado. Al retrospectivamente contemplarme siendo capaz de ver esa carga simbolica, la encuentro tan inmediata y obvia que hasta como fantasia me resulta... berreta. Y a mi, idiota por no haberla percibido antes. Esta por una parte el hecho de no haberme querido hacer cargo de tan simple y prosaica cosa, el quererme creer un poco, o bastante, mas alla, elevado por encima de, y trascendiendo a, las simplicidades y "nimiedades" asociadas a la condicion humana. Mi condicion humana. Por otra, esta disociacion de mi propia condicion de humano como una necesidad, como algo supletorio de aquello que me es (espero que sea un 'es' que se vaya convirtiendo en 'era') imposible tratar, aquello a lo que no soy capaz de dar paso, por simple, vulgar y silvestre miedo. Miedo humano. Tan humano. Tan humanamente mio y tan personalmente humano. Hoy casi podria darle entidad a ese miedo, mirarlo. Tan grotesco. Con sus ojos asimetricos, su cara marcada por los años de expresion constreñida, desnutrido, atrofiado, temblando de frio, alerta y paranoico, desnudo y cubierto de un vello gris como de bebe. El de un bebe grotesco, que nunca alcanzo la madurez, que busca esconder esa mamarrachosa expresion facial entre las rodillas, un miedo esposado con grilletes a la pata de aquella mesa de roble, como yo. Porque ese miedo soy yo. Es a ese miedo al que tal vez le vendria bien un poquito del facho interior. Que lo caguen bien a fustasos, o le peguen un tiro en la nuca. Libertad.El gusto metalico de la polvora sin humo en la garganta. Libertad, muerte, transformacion. Se confunden. Porque en cada una de ellas siempre hay un poco de las otras.

Liberarse requiere transformarse. Al transformarse, algo debe dejarse morir, que en ultima instancia nunca fue, que solo intento ser, para caerse a pedazos de modo miserable.

Morir. Una clara transformacion. Y una nihilista liberacion. Como todo lo nihilista, ese nada-ismo siempre estupido... al fin y al cabo que apuro hay?.

Transformacion. Transformarse. Liberarse. Vivir. Un Vivir que es Morir. Transformarse es esa grata muerte, muerte parcial, de aquello que ha de dejar paso a lo nuevo, a lo innovador, al placer, al christmas tree de un orgasmo azul explotando como supernova al borde de la conciencia e inflamandolo todo en azul. Un verde que sana. La muerte de la carga, el dejar atras la tan pesada mochila del ser lo que no se es, para pasar a, por lo menos, intentar ser lo que se quiere ser. Un rojo energico. Explorar si eso que se quiere ser, es lo que se es. Porque morir puede ser una transformacion. Lo es, y eso esta claro. Pero mucho mas claro es, que lo que no se transforma, invariablemente perece, lo que se ha vuelto estatico, ha perdido su anima. Lo Perfecto Esta Muerto.

Es en esa Muerta Perfeccion, donde el fascista interior no puede evitar, muy a su pesar, sentir el gusto a mierda en la boca de la falacia que su aspiracion de perfeccion es. Ese gusto a mierda que se siente al levantarse a las cuatro de la tarde, despues de una noche mas de ese rosario de noches en vela en que se entrega a ser una suma de conductas que perpetuan ese estupido autoboicot de años, habiendo fumado dos atados de basura. Atados que pudren el interior y noche en vela que pudre el exterior. Todo denunciando, señalando con dedito acusador, ese bicho mugriento atado a la pata de la mesa, el miedo, que gime en repulsivo tono, abriendo los ojos redondos y con expresion deformada frunciendo el ceño, cuando lo ponen en evidencia, que somete a entregarse al inmovilismo de pasar un numero indeterminado y desesperantemente risible y patetico, de horas frente a la nada. En un debate interior, una reprimida risa histerica mientras me entrego a esa version remixada de un trastorno de acumulacion que justifico con una o mas pretensiones de perfeccion, pero que, ni siquiera muy en el fondo, sino de modo bastante obvio, se sabe a si misma una gran mentira, una estupidez en la que se han perdido años irrecuperables de una vida que no se vivio. Por miedo a cambiar.

Un miedo tan estupido. Un miedo por sobre todo, tan cobarde. Tantos otros se han atrevido a cambiar en ese sentido. Y vamos!!! En esta era? No hacerlo? ... Si ya era cobarde per se, el que esta cobardia se sostenga a si misma en esta era, es una burla de mal gusto. Tantos, y en tantisimo mas espantosas condiciones se han atrevido a cambiar asi, que hoy no hacerlo, en Argentina Siglo XXI es simplemente indigno. He mirado a otro lado a la hora de contemplar mi pulsion por cambiar, con esa justificacion interna del "dejate de jodeeeeeer!!!", esa frase idiota y vacia de contenido que imagino de boca de mi viejo o, salvo contadas excepciones, cualquier miembro de esa rama de la familia; una frase simultaneamente vacia de contenido, como frase viniendo de ellos, y a la vez con la implicacion de un 'ya estas grande para...' que pretende hacer de esto algo 'poco serio' y para lo que 'ya estas grande', algo infantil. Un juez interior, ese eternamente grotesco juez interior, que tiene en el miedo a uno de sus fieles y jurados, que subvierte la carga prejuiciosa de la frase vacia que yo imagino vendria de mi familia, en una mentira con significado psicologicamente aceptable. El prejuicio no resulta aceptable, porque el remedo de Yo que construi, pretende estar eternamente mas alla del prejuicio, solo para fallar miserrimamente de la mano del miedo. Es internamente resignificado entonces en algo propio y acorde a alguien que se pretende tan "elevado". Elevacion...

Elevacion solo en la imaginacion. Porque ahi nomas esta la conciencia de que lo infantil es esa mentira de querer creerse mas alla, porque es algo que se sabe, que siempre se supo, en ningun otro lugar mas que en la mera imaginacion. Elevacion que es una gran bajeza para conmigo mismo, que se pretende elevada a fuerza de tanta tecno-paja mental. Elevacion que se conoce destinada de antemano a fracasar. A caer para romperse, una vez mas, la crisma contra el suelo.